Olimar, río de sueños. De los sueños de su gente cálida y hospitalaria.
El Río Olimar, una cinta de agua que corre entre el verdor de los montes soledosos. La arena tibia de su playa, la verde cabellera de los sauces y el cristalino azul pintan los cromos de una realidad de ensueño. Y, entre orilla y orilla, los tres puentes, que extienden sus brazos sobre el río para permitir que lata la solidaridad civilizada del hombre.
Olimar, qué inmensa felicidad la tuya: cantar entre los flecos rojos del zucará, sentir la brisa fresca besando los bucles viajeros del agua, sumergir la mirada en la senda inquieta y cristalina del oleaje ribereño, hundir nostalgias en los silencios, preñados de aromas y cantos.